sábado, 26 de noviembre de 2011

ASPIRAMOS A SER MAESTRAS Y MAESTROS OPTIMISTAS DEL SIGLO XXI Y POR UN MUNDO MEJOR

Por Reynaldo Robles Aroste

Las preguntas constantes y siempre presentes en cada maestro y maestra deben ser éstas: ¿qué significa educar?, ¿para qué educamos? y ¿qué tipo de maestros y maestras requiere las demandas del siglo XXI? Sin embargo, es necesario partir esta breve reflexión de una pregunta previa, tal vez esencial, ¿seguimos siendo maestros conservadores? Y la respuesta a esta última pregunta es, sí, seguimos siendo conservadores. Encaja bien aquí la aseveración siguiente: “somos maestros del siglo XX, trabajando con los métodos del siglo XIX para los alumnos del siglo XXI”. Además, somos maestros y maestras que estamos siendo absorbidos por la rutina, el pesimismo, la indiferencia y encima no pocos que se consideran apolíticos.

Expliquemos. Se escucha desde que nos iniciamos en el uso de la razón que la educación sirve para “ser algo en la vida”, “para ser profesionales”, “para triunfar en la vida”, “para ya no ser como sus padres pobres”, “para ser personas de bien”, “para tener mejor futuro” entre otros fines, pero todos abstractos y lejanos para las grandes mayorías. Todo ello no será posible alcanzar con una educación así como se viene dando hasta hoy y en sistema social injusto, tan complejo, complicado y en proceso de globalización intensa de la cultura y de la incultura. Nosotros los maestros reflejamos nuestros problemas y limitaciones a nuestros pupilos sin medir el impacto, infundimos más el pesimismo, la indiferencia, enseñando una sola cara de la moneda y encubriendo aspectos fundamentales de la realidad social, para lo cual no estamos preparados, algunos con el sambenito de ser apolíticos, como si educáramos para otra realidad.

Educamos supuestamente para los fines arriba mencionados, pero ¿qué enseñamos? He aquí la falta de cambio en educación cuando todo viene cambiando en la sociedad. Enseñamos tan igual de hace 50 años. Somos consecuentes con “dictado de clases” como oficialmente recibimos para hacernos cargo del desempeño de la carrera. Transmitimos “conocimientos”, “información”, “datos”, para que repitan en exámenes previa memorización. Una gran verdad hoy es la abundancia de información a través de las TICs, entonces transmitir “conocimientos”, que tenía sentido hasta hace par de décadas, hoy casi no tiene sentido en plena era de la sociedad del conocimiento. Además, la información y los conocimientos, no solamente se van multiplicando con una velocidad inimaginable, sino, también van cambiando y abundan en las redes.

No estamos aun internalizando, estamos demorando demasiado, el axioma que hoy algunos sistemas educativos han adoptado, como los países del Este de Asia o los países escandinavos, pero especialmente los países socialistas, “dotar a las nuevas generaciones (estudiantes) de herramientas para que sigan aprendiendo toda la vida”, enseñar a construir herramientas para que aprendan a seleccionar información útil, a comprender lo que leen, a redactar textos creativamente, a construir conocimientos, a resolver los problemas concretos con las fórmulas matemáticas, a leer la realidad económico, político, social donde viven y plantear alternativas. Complementando la frase que ilustra este hecho diríamos, “al que tiene hambre no le des pescado, sino enséñale a pescar”, además, enséñale a confeccionar su caña de pescar, y esta enseñanza se multiplicará haciéndose productiva la actividad pedagógica docente respondiendo a la demanda actual.

Para ello hace falta una real, seria y sostenida capacitación docente, hay que reconocer que las propias instituciones formadoras de docentes no hicieron reformas de contenidos pertinentes para el contexto económico social del Perú, ha continuado hasta hace poco, incluso hasta hoy, de reproducir profesores con total retraso de por lo menos de medio siglo. Profesores egresados para desempeñar docencia en la década cincuenta o sesenta. La mayor causante de este retraso es el Estado oligárquico hasta setenta y hoy el Estado neoliberal, estados que en esencia responden a un país primario exportador, con las clases dominantes que nunca aprendieron a ser dirigentes pero sí muy dóciles a los intereses de las metrópolis imperialistas. Desde el poder central se conformaron con defender sus privilegios y nosotros de cholo barato ayer a cholo inútil hoy.
Autocríticamente, nos hace mucha falta desplegar esfuerzos, a pesar de nuestra situación precaria, por autocapacitarnos, ser autodidactas y desempeñar la actividad pedagógica docente con optimismo y derecho ciudadano, la fe fundada en la razón e ideales de esperanza, con autonomía y pensamiento crítico creativo, por la educación de las capacidades intelectuales para pensar con cabeza propia, ser protagonistas de los acontecimientos y no meros espectadores con brazos cruzados, la formación de las virtudes más elevados del ser humano como la solidaridad, el amor, la perseverancia y el patriotismo. No puede haber excusa de ninguna índole para que el maestro o maestra no lea, leer es una obligación moral para los maestros que luchamos por el cambio social.

Los obreros de tiza debemos ser especialistas en cultivar el pensamiento estratégico, no limitarse a contemplar solamente el árbol sino todo el bosque para entender mejor el valor de la naturaleza y la vida, no dedicarse sólo a la labor pedagógica sino trascender lo pedagógico orientado a cambiar este sistema injusto. Los maestros y las maestras somos parte del fracaso o del triunfo de las expectativas populares. Hoy asistimos, gracias a la decisión de los pueblos, al gobierno progresista tanto municipal regional en la megaciudad de Lima, y por primera vez en la historia republicana el gobierno nacional por vía eleccionaria. Contra viento y marea, a pesar de tanto miedo sembrado, el Perú dio su confianza a un movimiento político de orientación nacionalista y progresista.

A los 190 años, dependerá mucho de nosotros los trabajadores en la educación y de todos los sectores sociales del pueblo los éxitos del gobierno de Ollanta Humala, podemos iniciar la verdadera revolución democrática, a consolidar la independencia y soberanía nacional, el inicio de la solución de los grandes problemas nacionales relacionados fundamentalmente con la justicia, la igualdad, la libertad y el bienestar de todos los que habitamos este maravilloso país llamado PERÚ, cuna del autor de Todas Las Sangres. Si hay un sólido respaldo de los trabajadores y pueblos organizados será posible avanzar hacia al desarrollo nacional con equidad social.

El nuevo gobierno que se inaugura el 28 de julio debe poner en marcha los ejes centrales de lo que debe ser la nueva educación en el Perú, de acuerdo a su Plan de Trabajo y el Proyecto Educativo Nacional. Que no vengan a poner agenda aquellos que siempre frustraron al país, aquellos que nunca quisieron democratizar la economía, aquellos que tienen una deuda impagable con todos los peruanos, los perdedores de las últimas elecciones. O bien despegamos todos hacia la conquista de una patria humana, justa y solidaria o perdemos la gran oportunidad por falta de la inteligencia, amplitud de criterios y mentalidad estratégica. Cada una de las decisiones se haga en función de los grandes objetivos nacionales. Terminemos con la política chata y obtusa de la herencia criolla.

El compromiso de los que desempeñamos la actividad pedagógica docente, hoy o nunca a ejercer nuestro derecho ciudadano, somos políticos porque somos Homo sapiens, cuando se trata de grandes políticas al servicio del país, cuando se implementa políticas para resolver los grandes problemas nacionales, debemos estar en primera fila para respaldar, dispuestos a trabajar por la victoria. Pero también en salir contra aquellos que obstaculicen el camino. Es posible construir las bases de una Nueva República con los pueblos educados, organizados, movilizados y reivindicados. Hoy más que nunca requerimos de la gran unidad para la gran transformación.

San Juan de Lurigancho, junio, 2011.

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